octubre 19, 2010

Un secreto de estado


Hoy no sé por qué pero me puse a pensar en las palabras de un compañero de trabajo que me cachó editando mi blog en la oficina e intentó pispear cómo se llamaba ... ante mi rechazo, me lo preguntó cordialmente a lo cual respondí "No, es para mí". Aún hoy sigue tirando indirectas cada vez que puede. Por ejemplo, la semana pasada una compañera no sabía que yo estaba legalmente casada, ella pensó que yo convivía, pero no que estaba casada. Quizá tenga que ver con el hecho de que no uso mi anillo de boda. No es que me haga la pirata, es que simplemente no me entra más y me rehúso a hacerlo agrandar. Mi compromiso conmigo misma es que ese anillo me vuelva a entrar y no adaptarlo a mi condición actual.
Entonces él replicó con "hasta tiene un blog y no nos quiere decir cuál es". 

Entonces hoy recordé esto y me di cuenta que tengo un alter ego. Un alter ego cibernético.
En el mundo virtual sigo siendo la persona que fui. Ni en mi twitter ni en facebook vas a encontrar fotos mías actuales y si las hay, son rigurosamente seleccionadas para ocultar los kilos de más. Jamás una de cuerpo entero. Tampoco hay referencia alguna a mi peso. 

La verdad es que no soy muy amiga de las fotos desde mi aumento de peso, pero si las hay, mis amigos y familiares tienen terminantemente prohibido subirlas a la web o etiquetarme en el facebook. A cada foto para la cual poso, le sigue el comentario "Ni se te ocurra etiquetarme". 
Ni hablar de este blog. 

Es un secreto de estado.


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